27 años menos...
Ya
tengo 27 años menos de vida en este mundo y aunque he estado llena de
muchísimas experiencias a lo largo de ella, sin ninguna duda, este último
año ha sido el más revolucionario de todos. No sé si lo que siento dentro,
psicológica y espiritualmente, es cuestión de la edad, o está motivado porque
me mude de mi casa y de mi país, pero tengo aproximadamente dos semanas
sintiendo que quiero dejar atrás la piel (Definiciones, identificaciones,
esquemas mentales, creencias culturales, hábitos y todo lo que se le ocurra)
que he llevado por años y dar paso a una expansión de mi misma, pero sin tanto
pasado. Siento en mi pecho algo que quiere salir. Pero realmente no sé cómo
hacerlo.
He
estado cargada, por años, de miedos e inseguridades que me han llevado a perder
oportunidades en muchos ámbitos de mi vida. Justamente eso es lo que quiero
soltar, junto a estos veintisiete años que quedaron atrás, pero
hacerlo no es tan fácil como decirlo. Para poder soltar hay que dejar
comportamientos repetitivos que he tenido por años… el bendito
des-condicionamiento del que tanto me hablaban en clases de psicología. Y eso
no es como quitarse una camisa y ponerse otra; se necesita estar realmente
consciente de nuestros actos, vivir realmente en el presente y poder discernir
cuando estamos actuando por repetición de patrón o porque realmente nuestra
acción va a llevarnos a un siguiente nivel evolutivo, ya sea emocional, espiritual
o psicológico.
Por
ejemplo, muchas veces al sentir inseguridad sobre lo que soy, ya sea porque me
siento como un fracaso o porque siento soledad, tengo la tendencia a buscar
aprobación, de algún tipo, con otras personas. Se puede decir entonces que no
me relaciono (o relacionaba) por querer relacionarme sino por querer recibir aprobación,
halagos o lástima de otros. Evidentemente no es algo que haga conscientemente,
es una acción motivada por mis inseguridades, entonces al reaccionar y darme
cuenta de mi error, vuelvo a encerrarme en mi burbuja y alejarme de las
personas.
Creo
que todos actuamos motivados por inseguridades cuando no nos tomamos el tiempo
de conocernos en la luz y en la sombra. Es realmente muy difícil poder ser
observadores de nosotros mismos. Ni siquiera a todos les importa mucho
estudiarse y conocerse; solemos vivir por vivir, como robots. Yo no tengo ni
idea cuando hice CLICK y decidí observar más detalladamente mis actos y tampoco
creo haber podido identificar todos los patrones que debo soltar, pero
definitivamente siento la motivación de cambiarme de piel, para poder
expandirme y avanzar.
Una de
las cosas más difíciles de este proceso, siendo seres sociales, es darnos
cuenta que hay muchas relaciones interpersonales que debemos dejar atrás porque
no están siendo buenas para nosotros en ningún sentido y tampoco estamos siendo
buenos para ellos. Pero es que nos acostumbramos a vivir así, a relacionarnos
para llenar nuestros vacíos y así se crean tantas relaciones dañinas o que no
van a ningún lugar. Sólo imaginemos los patrones mentales de una
persona, mezclado con las de otra que esta igual o peor: se crea una bomba
atómica. Vamos enfermos del alma, juntándonos con otros enfermos y así tenemos
una gran red social tóxica.
Ahí
viene la parte difícil, que nos cuesta, que no queremos: empezar a quitar la
maleza. Cortar las relaciones tóxicas, las que no van a ningún lado, las que no
están aportando nada. Limpiar el terreno para poder sembrar. Cuando ese tipo de relación la tenemos con la familia, obviamente no podemos cortar los lazos, en ese caso
la tarea es sanar. En todas las demás relaciones (Pareja y amigos) toca soltar
y dejar ir, por nuestro bien y por el de ellos también.
Esto
es lo que me funciona a mí, sin embargo, cada persona tiene una historia de
vida diferente que debe ser tratada de forma personalizada; la manera de saber
esos detalles indudablemente se logra a través de la misma tarea para todos:
Conocerse a sí mismo. Ningún familiar, amigo, religión, terapeuta, o cualquier
tercero podrá conocerte mejor que tú; aunque muchas veces necesitaremos
ayuda/guía/luz para transitar ese camino tan difícil que no nos enseñaron a
explorar.
Es
difícil encontrar, entre nuestros familiares o amigos, personas con la que
podamos hablar sobre estos temas, porque parece que todos estamos en nuestra
burbuja, viviendo nuestras aceleradas vidas o simplemente en una onda
diferente. Eso es complicado cuando estamos en medio de estas crisis existenciales
porque queremos conversar con alguien sobre eso que sentimos dentro y no
podemos; pero en definitiva es un buen motivador para que empecemos a
relacionarnos con personas que vayan en la misma sintonía y podamos formar una
red de ayuda.
De
otra forma, tan sólo imaginen que ustedes están dejando de comer carne, pero se
la pasan con personas que si lo hacen en cada reunión que tienen.
Definitivamente no están en la misma sintonía y eso hará mucho más complicado
el proceso de acoplarte a tu nuevo estilo de vida. Lo mismo sucede cuando
estamos dejando pensamientos, comportamientos y relaciones tóxicas atrás, pero
seguimos relacionándonos con detonantes.
Estos
27 años de vida me han enseñado que debemos escucharnos. Escuchar nuestras
emociones, pensamientos y sensaciones; nuestro ser es el único que puede
decirnos la verdad con respecto a quién somos y qué queremos hacer con nuestra
vida. Pero la lección más grande y repetitiva es que nada nos pertenece,
absolutamente nada. Todo es cambiante, nada se mantiene estático por la
eternidad. Debemos ser responsables con nosotros mismos, con lo que hace
resonar nuestra alma y también respetarnos y respetar a los que nos rodean.
Hoy
tengo 27 años menos, pero también tengo la esperanza de un montón de años más.
Una noche fría en Felidia. (Santiago de Cali, Colombia. Diciembre, 2018) |