¿Real o no?
Seré breve, a veces no sé si sufro del síndrome del impostor o genuinamente no sirvo para nada. Recuerdo que en mi infancia me encantaba el movimiento: todo tipo de actividad física. Me la pasaba jugando en la calle con mis amigos, participe en equipos deportivos en el colegio y varias veces en grupos de danza. Recuerdo que lo disfrutaba, pero siempre me sentí como una más, como alguien que llenaba un hueco, pero no como la del talento; siempre sentía que los demás lo hacían mucho mejor que yo. Salgo del colegio y “toca” entrar a la universidad: no tenía idea de que “quería ser” o para que era buena. Trate de hacer mi examen vocacional lo más honestamente posible con mis respuestas. El resultado fue que yo tenía vocación para tres cosas: educación deportiva, psicología y algo sobre militares (olvide el nombre de la carrera). Honestamente mi pensamiento en aquel momento (o eso creo) fue: ¿Educación deportiva? Esa gente no gana bi...