¿Real o no?

   Seré breve, a veces no sé si sufro del síndrome del impostor o genuinamente no sirvo para nada.

   Recuerdo que en mi infancia me encantaba el movimiento: todo tipo de actividad física. Me la pasaba jugando en la calle con mis amigos, participe en equipos deportivos en el colegio y varias veces en grupos de danza. Recuerdo que lo disfrutaba, pero siempre me sentí como una más, como alguien que llenaba un hueco, pero no como la del talento; siempre sentía que los demás lo hacían mucho mejor que yo.

   Salgo del colegio y “toca” entrar a la universidad: no tenía idea de que “quería ser” o para que era buena. Trate de hacer mi examen vocacional lo más honestamente posible con mis respuestas. El resultado fue que yo tenía vocación para tres cosas: educación deportiva, psicología y algo sobre militares (olvide el nombre de la carrera).

   Honestamente mi pensamiento en aquel momento (o eso creo) fue: ¿Educación deportiva? Esa gente no gana bien. ¿Psicología? No he oído mucho al respecto, mi única referencia es mi profesora de psicología del colegio. Me gusta, pero ew. ¿Aviación? Supuestamente tengo vocación y esa gente gana bien. Sera esto.

   Si señores, así tomé la decisión y me inscribí para presentar en la Escuela de Aviación. Tenía un par de compañeros que también se inscribieron, hacían cursos para presentar la primera prueba que era de conocimiento y otra vez yo: me inscribí, pero no estudie, no hice ningún curso porque DESDE EL INICIO yo ya sentía que iba a fracasar, que no iba a ingresar, que eso era muy difícil o que yo no merecía entrar allí.

   Aun así, fui, presente, sin haber estudiado nada. Paso el tiempo y para mi sorpresa: pase la prueba de conocimientos. Me quedaba una prueba médica, una física y una entrevista psicológica. En la prueba médica salí perfecta. La física fue un tremendo reto porque tuve una gran caída sobre mi cóccix (en la celebración de mi graduación del colegio jeje) que me tenía muy adolorida y caminando súper mal (esto sucedió después de mi prueba médica así que me tocaba disimular) y, aun así, lo superé.

   Al parecer había salido bien en mi entrevista psicológica (digo que al parecer porque hubo un listado interno donde estábamos todos los que pasamos todas las pruebas… listado que fue cambiando con eso de las palancas y bla bla. Todo este tema de corrupción me decepciono y yo no quise buscar una fulana palanca que me asegurara mi ingreso así que desistí).

   ¿Qué me quedaba? Deporte y Psicología. Cualquiera que me conozca sabe que fue lo que decidí. Empecé estudiando en Maracay, pero los horarios eran un desastre y yo quería también trabajar así que me fui a estudiar en Valencia donde el horario si me favorecía.

   Tratando de hacer corta la historia de mi vida en la universidad: sentía que no encajaba con los valencianos y me daba mucha flojera el montón de libros que nos mandaban a leer (si, es gracioso que ahora me guste escribir y que dije que esto sería breve y mira todo lo que va hasta ahora).

   Extrañamente me iba muy bien en estadística; también me gustaba mucho una materia que se centraba más en la sexualidad, dinámicas grupales y otra sobre las técnicas de relajación. Todo lo demás, para mí era como tratar de cumplir con la puntuación mínima y ya está. No fue sino hasta 7mo semestre, más o menos, que me abrí un poco más a hacer amigos… Sin embargo, hace un par de meses estuve viendo mis notas de aquella época y me sorprendió enormemente lo muy mal que me fue el penúltimo semestre. Creo que cuando me topé con psicoanálisis me bloqueé toda porque no entendía nada. En fin. Logre graduarme, pero creo que lo que entendía de la psicología lo comprendía basándome en mis propias experiencias y no tanto porque lo leí en algún libro.

   Cuando la gente me pregunta por qué yo nunca ejercí, al menos los de mi círculo cercano saben que es porque nunca me sentí suficientemente competente para tan importante y delicada labor. Aun así, una ex jefa y mi madre me empujaron a realizar un par de “charlas” sobre algunos temas de psicología en un par de colegios: me fue increíblemente bien. Usaba muchas dinámicas grupales. Lograba conectar a los estudiantes y/o docentes con los temas. Fue muy emocionante y satisfactorio. Aun así, no me sentía suficiente.

   Tal vez tenía razón, no era competente, tal vez no estaba tan preparada, pero ¿saben qué? creo que si tenía (no sé porque escribo como si ya fuese demasiado tarde para mi) la vocación. Tenía que prepararme, estudiar más, pulirlo y no lo hice nunca. ¿Por qué? Nunca me sentí suficientemente buena. Nunca sentí que podía lograrlo. Aun cuando he logrado muchas cosas, me han salido bien y todo eso.

   Y esto lo he arrastrado a tantas áreas de mi vida. 

   A mí me encanta bailar, me encanta escribir (como ven), me encanta dar charlas con dinámicas grupales, me encanta pintar. Pero siempre me quedo en la línea de “me gusta para mi” pero no lo desarrollo más porque “no soy capaz”. Nada. Nunca.

   Quizás el que lea esto, así como yo, espera un final feliz después de tanto desahogo, pero no. Aquí hay lagrimas mías, entendimiento y un abrazo de mi hacia mí que también te doy a ti si te sientes igual. Aquí estoy a mis 31 años pensando si sufro de ese síndrome o es que en serio no sirvo para nada. Pero creo que, si releo esto varias veces, entre líneas encuentro la respuesta y la solución.

   ¿Real o no? Algo hay que hacer.

   Por y para uno mismo.

   No para demostrarle nada a nadie.

   Solo es un ratico en este plano… ¿no?

   Un abrazo con el cariño de un año que acaba de iniciar,

   Cris.