Reviviendo mis traumas


Hace una semana estuve en una de mis tantas expediciones en unas montañas con la finalidad de llegar a una cascada llamada “La Luna” (Sólo por tener ese nombre, mis ganas por ir estaban muy elevadas). El trayecto fue muy divertido, lleno de verdes, frutas y mucho café; por lo que el guía estuvo instruyéndonos acerca de todo el proceso de siembra y recolección. También comíamos cualquier fruta que encontrábamos por el camino o nos deleitábamos (al menos yo) con las plantas y flores.

Tuvimos que cruzar varias montañas que estaban llenas de fincas cafeteras y cuando teníamos como tres horas caminando y faltaban casi 15 o 20 minutos para llegar a la cascada, sucedió lo increíble.  
En una de las últimas fincas, había un perro muy alterado. Escuché a lo lejos a un señor diciéndole que se calmara, pero su perro parecía no hacer ningún caso. Yo estaba caminando detrás de mi grupo, observando el panorama, cuando de repente los ladridos ahora se escuchaban más cerca y cuando voltee mi cara ya tenía a aquel perro anclado a mi pierna izquierda.

No pueden imaginarse cuanto grité. Todos corrieron a mí; mis compañeros de expedición y el dueño del perro. Estuve (No sé por cuanto tiempo) tirada en la tierra llorando y gritando como una niña de 5 años. Tal vez hasta ahora parece demasiado dramático para una mordida de perro, pero el asunto es que hay historia detrás. He sido mordida por perros tres veces (contando esa) en la historia de mi vida.

La primera vez fue un San Bernardo que mordió mi cara a los 5 años. La segunda vez fue un Pastor Alemán que mordió mi mano como a los 10 años. Y ahora, este perro de la montaña que mordió mi pierna a mis 27 años.

Creo que parezco un pedazo de carne jugosa para ellos, pero realmente vivir esa experiencia me hizo sentir un miedo que jamás había experimentado. Me sentía, literalmente, como una niña aterrada. Tal vez mi cerebro me hizo revivir lo que sentí a mis 5 y 10 años, que jamás había recordado conscientemente.

Siempre me habían preguntado si tenía algún trauma con los perros por esos dos eventos del pasado y la verdad es que no. Amo los perros. Crecí con una Rottweiler hermosa y gigante llamada Osa.  Pero en ese momento, realmente estaba temblando de miedo.

Mis compañeros preguntaban si quería que nos devolviéramos, pero ya habíamos caminado demasiado así que decidí continuar la aventura aun cuando me costaba mucho caminar. Estuve derramando lágrimas y temblando, hasta llegar al punto final, pero llegue y me lance al agua. La disfruté.

¿Por qué cuento todo esto? Porque creo que eso es la vida.

Nos suceden cosas negativas (a veces como consecuencias de nuestros actos y a veces sólo porque sí) que nos marcan y nos hacen personas llenas de miedos. Miedos que luego permitimos que sean nuestras paredes, sin darnos cuenta que, si bien esas paredes nos protegen de lo que hay afuera, también son paredes que nos limitan, nos encierran y no nos permiten ver lo bueno que hay también.

En ese momento estuve aterrada, pero es un sentimiento que pasa, como todo en la vida. Es momentáneo.

Si fuera dejado que mi miedo me venciera en ese momento, no habría conocido aquella cascada. Habría caminado por tres horas para nada.

En el camino hacia lo que queremos, van a pasar cosas que nos harán querer devolvernos, pero es justo ahí donde debemos detenernos, pensar si realmente ese camino es el que queremos tomar y si la respuesta es sí, entonces: Keep going!

Todo pasa.

Un abrazo.
Cascada La Luna (La Cuchilla del Salado,Colombia. Mayo, 2019)