Tan cerca
Más de una vez hemos creído/sentido que fuimos
heridos por otro, pero, ¿Por qué pasa esto?... quizás por estar tan cerca.
Explorando la montaña con un grupo de personas
me di cuenta de esta situación. Estuve caminando detrás de una de ellos y paso.
Yo caminaba cerca, pero distraída, mirando la tierra y las plantas mientras la
otra persona, que iba delante de mí, se sostuvo de la rama de un árbol y al
soltarla se fue con mucha fuerza hasta mi nariz; quede inmóvil y aunque ahora
me parece gracioso imaginarlo, en ese momento fue realmente doloroso.
Creo que eso es lo que suele pasar, en muchos
casos, en las relaciones interpersonales. Estamos tan cerca del otro que nos
hacemos totalmente vulnerables a sus actos. Dejamos de poner atención al
camino, nos distraemos y en un segundo estamos adoloridos.
Sin embargo, queridos, es bueno recordar que
aun caminando solos, el dolor es inevitable, el meollo del asunto está en saber
manejarlo y lo más importante: siempre sacar las lecciones de la situacion para
no andar tropezándonos con la misma piedra eternamente.
¿Lo que creo sobre el dolor?
El dolor no aparece o desaparece porque estamos
solos o acompañados. Podemos herirnos en compañía de otros o estar generándolo uno
mismo.
Hay dolores innecesarios, que podemos evitar.
El dolor puede ser una gran fuente de
aprendizaje.
¿Tan cerca?
Mantente tan cerca como quieras, pero sin
perder el norte, sin perder el amor propio, sin culpar a otros por tus heridas.
Eres tan poderoso/a que tienes la infinita
capacidad de poder sanarte siempre que sea necesario, pero como leí por ahí: “por
sobre todas las cosas, cuida tu corazón.”