Ya fui
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Ya
fui la recién nacida que llegó impuntual a la hora del parto. Ya fui
la que absorbió líquido amniótico y la de la deficiencia respiratoria por la
que tuve que estar hospitalizada 15 días sin ver a mi familia. Ya fui la primera
hija de mis padres, la consentida de la familia. Ya fui el motivo de creación
de un nombre poco común: Crislin Iraigré.
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Ya
fui la bebé que sufría de flema; problemas respiratorios. La que casi
muere ahogada la primera vez que mis padres me llevaron al mar donde una ola me
arrastro. Ya fui la que lloraba por todo: porque me llevaron a un zoológico
donde creí que un hipopótamo me iba a comer, porque me intentaron tomar una
foto en la estatua de un toro y cuando me bautizaron.
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Ya
fui la niña inquieta que hacia remedios con hojas y se la pasaba
bailando. La que se convirtió en hermana por primera vez (José Gregorio). Ya
fui mordida en la cara por un perro San Bernardo. Ya fui la que odiaba que le
tomaran fotos. La que armaba obras de teatro para los vecinos. La que vendía
helados con la máquina de juguete de mi hermano. La que salía con mis amigos y
un disfraz de Santa a repartir regalos a los niños menos favorecidos, en
navidad. La que se raspo las rodillas aprendiendo a manejar bicicleta. La que
corrió como loca jugando por toda la cuadra. La que lloro por no caerle bien a
algunos(as) niños(as) del colegio.
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Ya
fui la pre-adolescente co-fundadora de varios grupos de baile, con mis
amigas y nos presentamos en eventos culturales del colegio y del sector donde
vivíamos. La que se enamoró por primera vez y tuvo el corazón roto porque Víctor
se mudó a Maracaibo. La que se peleó y reconcilio mil veces con su mejor amigo
Jefferson. La que le partieron los dientes jugando en la casa (Es contigo,
querido primo David). La que se cayó a golpes mil veces con su hermano Tito. La
que se convirtió en hermana por segunda vez (José Graciano). La que fue mordida
por un perro una segunda vez, pero ahora en la mano.
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Ya
fui la adolescente deportista y bailarina. La curiosa exploradora (ni
siquiera explicare a que me estoy refiriendo). La del montón de amigos en el
colegio. La que sufrió el duelo más grande de su vida cuando vio morir a su
abuela de cáncer. La consejera. La de las emociones a flor de piel.
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Ya
fui la adulta universitaria y trabajadora. La que disfrutaba hacer
bisutería. La que amaba la repostería. La que cometió errores graves consigo
misma. La que amaba viajar al mar. La que se escapaba a disfrutar con sus
amigos. La inmigrante. La que por primera vez convivio con su pareja e intento
tener hijos. La que fue mordida por un perro una tercera vez.
Ya fui la que agradecía estar viva y
la que llorando solo anhelaba la muerte.
Ya fui la que hirió y a la que
alguien hirió. La traidora y la traicionada.
Ya fui la que se elevó sobre las
situaciones difíciles y la que se cayó al piso sin poder levantarse.
Ya fui la enamoradiza y la fría “descorazonada”.
Ya fui la madre protectora y la que
necesitaba sentirse protegida.
Ya fui la pareja celosa, insegura,
asfixiante, peleona. Y la entregada, amorosa, consentidora.
Ya fui la mujer segura, decidida y
también la que se siente en un limbo, llena de dudas.
Ya fui la independiente y la
dependiente. La que utiliza a los demás y la que ha sido utilizada.
Ya fui la consentida y la
consentidora.
Ya fui la hiriente y también a la
que han herido. Física y verbalmente.
Ya fui valiente y cobarde. Egoísta y
altruista.
Ya fui honesta y también mentirosa.
Ya fui muy inteligente y también muy
bruta. Útil y muy inútil.
Ya fui una confianzuda y también
incrédula.
Ya fui muy sexual, otras veces muy
espiritual y otras tantas muy mental.
Ya fui la que sabía que quería en la
vida y la que ya no sabe hacia dónde va.
Creo que puedo pasar horas
escribiendo lo que YA FUI y hacer de
esta publicación un testamento (realmente pudiera ser más largo), pero ese no es el propósito.
El punto es que en 28 años de vida he
adquirido y perdido un montón de roles, máscaras, características, virtudes y
defectos. Me he tambaleado entre lo que creo que es bueno y lo que no tanto. He
ido descubriendo poco a poco lo que ya no me sirve y no quiero ser. He
aprendido a desarrollar mis talentos y habilidades. He tenido victorias y
fracasos. Me he generado grandes dolores y grandes alegrías.
Entre tanto que ya fui, he podido
reconocer lo que ahora soy. Teniendo más claridad sobre el camino que quiero
andar. Entendí que soy todo al mismo tiempo, soy luz, pero también oscuridad;
debemos aprender a convivir con ambas. Entendí que lo único que me pertenece es
mi existencia, mi cuerpo, mi mente, mi espíritu y puedo elegir como cuidarlo.
Hoy quiero desvestirme de lo que ya
fui.
Hoy quiero poder desprender de mi
ser todo lo que ya no me sirve de nada.
Hoy quiero mirarme desnuda,
reconocerme, aceptarme, amarme y no sentir vergüenza, nunca más, por lo que he
elegido ser.
Tú, que me lees: Desnúdate de lo que
ya fuiste. Elige vestirte con las prendas que más combinen con lo que has
elegido ser. Siempre es posible cambiar. Aprender y desaprender. Acertar y
equivocarse. De eso se trata andar.
Brindo por 28 años de existencia y
la valentía de mostrarme desnuda. Con mis luces y sombras.
Brindo por una vida de intenso sentir.
¡Salud!