¿Una construcción de la memoria?
Desde hace cuatro años, aproximadamente, he tenido tres visiones muy extrañas sobre mi nacimiento. No solemos tener memoria de cuando éramos recién nacidos así que probablemente sea una construcción de mi mente queriendo darle sentido a algunas cosas que siento y pienso, pero déjenme creer que es un verdadero viaje al pasado.
Mi primer viaje fue al espejo, es decir, estaba sentada frente a un lago en una universidad, cerré los ojos y estaba Crislin frente a sí misma, pero una de las dos involuciono hasta ser un feto. Literalmente me vi a mi misma retrocediendo en mi propio desarrollo evolutivo y el final fue verme como un feto dentro del vientre de mi mamá. Loco ¿no?
El segundo fue en una piscina. Una pequeña piscina en Pance, hecha de piedras, bastante rústica. Entre allí y cerré los ojos y otra vez, un viaje. Esta vez yo era un feto flotando en líquido amniótico. Más loco todavía.
El tercero fue el 7 de abril de este año. Creo que será el último viaje porque parecía el cierre, la explicación, el fin, la cura, la sanación.
Muchas veces he visitado el río de Pance, pero nunca lo vi como en esa tarde. Es decir, conocía el rio frío, tranquilo y cristalino. También conocía el rio frío y lodoso, después de una lluvia. Pero nunca había visto el rio frío, amarillento, pero sin lodo, turbulentamente hermoso. Me quedé mirándolo profundamente y me dispuse a meditar. Y otra vez sucedió, viajé. Esta vez era el río hablándome; siendo río, siendo líquido amniótico y siendo yo. Todo a la vez.
Sí, parece que estoy loca, pero lo escuché. Había una voz que comenzó a decirme cosas hermosas, maravillosas, sobre mi, sobre lo que yo era, sobre lo que sucedería en mi vida. Era la voz del río. Y también mi propia voz.
Y entre tantas cosas que el río me dijo, una fue: "Sí, tragaste líquido amniótico al nacer, sí, casi te mueres, sí, te dejaron en una incubadora y te sentiste abandonada, pero así tenía que suceder, tenías que aprender desde el inicio a vivir intensamente, a sentir esa primera respiración profunda y vibrante, con el corazón acelerado. Así es como se siente justo después de casi ahogarte. ¿Por qué? porque viniste a vivir intensamente. Tú no eres una tibia. Contigo nada es a medias. Es todo, profundo e intenso. Así que vive así. Es tu naturaleza."
Después de eso mi cerebro explotó. Desde que leí Siddhartha de Hermann Hesse, siempre quise que el río me hablara, pero esto sobrepaso los límites de mi imaginación. Una paz invadió mi cuerpo y no podía parar de sonreír. La foto que anexo en esta publicación fue de ese momento exacto. No hubo pose. Así me sentí después de este intenso, maravilloso y loco viaje. Agradecida hasta los tuétanos.
A ustedes que me leen: gracias por su tiempo. Les deseo viajes de sanación (aunque sean pura construcción de su mente) que les permitan sanar esas cosas que no hablan con nadie.
Abrazos.
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